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¿Verdad que se parece al Emperador Palpatine de Star Wars? |
Después de un fin de semana quizás “histórico” para nuestro país, pensaba escribir sobre la venida del Papa a México, créanme, realmente pensaba hacerlo, pero para escribir sobre lo increíblemente irónico que resulta que un estado supuestamente laico tenga que financiar una venida que costó cerca de 75 millones de pesos, que nuestro jefe de estado (léase Felipe Calderón Hinojosa) y los candidatos a la presidencia se hayan prestado para recibir con honores a un clérigo (sí, el más importante de la iglesia católica en todo el mundo, pero un clérigo al fin de cuentas. Y en un estado laico), que a pesar de venir a pregonar la paz y el amor al prójimo, se les haya pedido amablemente a todos los vendedores ambulantes, indigentes, músicos y otros personajes retirarse del centro de León, bueno, para todo eso, ya tienen a muchos críticos, analistas y blogueros hablando del tema.
¿Pero es únicamente por eso que no pienso escribir? No mi querido lector, es por algo mucho más importante que llegó a los ojos de este joven atribulado. La noche de ayer, platicando con un amigo escritor, me contó su trágica historia de cómo descubrió que un bloguero de otro país había estado plagiando todos sus textos y publicándolos en su blog. ¿Y cómo esto puede ser más importante que la venida del Papa? Fácil. El plagio, para cualquier artista es un delito innombrable, para un escritor resulta una ofensa enorme a nuestra fuente de trabajo.
Y es que una de las tantas cosas que más odio en este mundo es el plagio. Quizás porque mi padre me metió en la cabeza toda mi vida que es de personas sin cerebro y que jamás debería hacerlo, pero me pone de muy mal humor. Aparte de no encontrarle sentido alguno, la impotencia y rabia que provoca ver todo tu trabajo siendo robado por otra persona es una experiencia por la que nadie debería pasar.
Empecemos por lo más obvio. Viene una persona que se siente fascinada por tu trabajo. Le gusta tantísimo que le resulta imposible sentirse bien ante ello, puesto que se siente incapaz de llegar a eso (o simplemente porque le da flojera intentarlo). Le gusta tanto que decide hacer una copia, ya sea algo discreta o muy llamativa. Consigue plagiar tu trabajo y exhibirlo como si fuera suyo. Recibe halagos, maravillosas palabras y sentimientos de esas personas, y eso le da pie a seguir cogiendo trabajos de otras personas que le encantan. Sigue su camino y, cuando le atrapan, se escuda en la famosa excusa de “no eres fantástico, todo el mundo puede hacer esto”, como si eso lo justificara todo.
¿Qué consigue realmente esta persona?, ¿halagos?, ¿seguidores?, siendo sinceros, ¿de qué nos sirve recibir maravillas por algo que no has hecho tú sino otra persona? No tienes mérito alguno, no ha salido de ti, sino de su creador, y por tanto todos esos halagos pasarían a la otra persona. Es decir, ¿cómo le harán el día que deban hacer algo por ellos mismos?, ¿buscarán por toda la red algo que copiar?, ¿basarán y basarán sus vidas en el robo?
Partamos de una premisa milenaria: robar es delito. Si añadimos el plagiar textos hablamos también de violar derechos de autor. Porque señores, la ley dice que en el mismo momento que un autor escribe una obra se le otorga el Derecho de Autor, que le concede la autoría legítima de dicha obra, así como el beneficio a la hora de ser divulgada con intención de lucro.
Y aquí es donde llega mi confusión. ¿Qué ganan con esto?, ¿atención, afán de protagonismo, halagos?, ¿premios y seguidores fieles?, ¿compañeros que le repiten cada día lo maravillosos que son? De ser así, sigo sin comprenderlo. ¡Ellos no son los autores! Aunque copien la trama de un texto o elementos de ellos, ¡siguen sin ser originales! Y para mí y muchos autores, publicados y no publicados, no hay nada mejor que la originalidad. Escribir textos propios que se gesten en nuestras cabezas para después darles vida a través de papel. Ver crecer nuestras ideas; el orgullo de terminar algo salido de nosotros, como el aire que expulsamos, la saliva, la sangre. La vida. Cada vez que escribimos algo propio estamos creando mundos y vidas, liberamos una parte de nosotros. ¿Por qué hay gente que es incapaz de verlo? ¿De sentirlo?
Si no sirves para escribir, no escribas. Pero evita robar lo que no es tuyo. Plagiar textos, historias o ideas, no te hace escritor, y cualquier halago recibido por el trabajo de otro no es más que una actitud mediocre que te hace ser mezquino. Es como el que quiere ser pintor y sólo sabe poner el folio encima de un dibujo para copiarlo, hacerle un par de retoques y difundirlo como original.
Por favor, es mejor escribir algo horrible siendo propio, que tomar lo que no es tuyo. A nadie le gusta que nos roben lo que es nuestro, lo que tanto nos cuesta sacar adelante, así que respeta al autor y su obra como si fueran animales en extinción. Porque algún día podrías ser tú a quien despojen de su trabajo, y seguramente lo odiarás.
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